
Hoy en día, el marketing con influencers es una de las estrategias más potentes para conectar con audiencias jóvenes y digitales. Pero hay un aspecto que muchas marcas suelen pasar por alto y que puede hacer que toda la campaña pierda fuerza: el copy que acompaña al contenido.
Seguro que te has dado cuenta. Cuando ves un vídeo de un influencer que sigues, el contenido suele estar muy bien adaptado a su estilo y forma de comunicar. Sin embargo, el texto que aparece en la descripción o en el pie de foto, muchas veces parece un copia-pega directo de la marca, con un lenguaje frío y genérico que no encaja con el influencer ni con su comunidad. Y ahí está el problema: ese copy descolocado rompe la credibilidad, reduce el enganche y, en definitiva, limita el impacto que la campaña podría tener.
Pero esto no es todo. No cualquier influencer vale para cualquier marca solo porque tenga millones de seguidores o un vídeo viral. Mi recomendación, y aquí va con toda la sinceridad, es que las marcas se sienten a hablar de verdad con el influencer, que se conozcan, que exploren juntos si realmente hay un match auténtico entre producto, marca e influencer. Porque si no, la campaña puede sonar a pura venta y perder esa naturalidad que es lo que realmente engancha.
¿ Por qué el copy es clave ?
En un contexto donde la atención del usuario dura segundos, cada palabra cuenta. El copy no es solo el “texto de apoyo” del contenido; es una herramienta estratégica que puede reforzar o romper la credibilidad de una campaña.
Cuando un influencer comunica con naturalidad y autenticidad, pero justo debajo aparece una descripción que parece redactada en una sala de juntas, la conexión se pierde. El usuario nota la falta de coherencia. Lo que podría haber sido una recomendación genuina se convierte en un anuncio más.
El problema no es solo de forma, sino de fondo. Muchas marcas escriben estos textos con su propio tono corporativo, sin tener en cuenta el estilo del creador. Y no se trata de que el influencer sea irresponsable o poco implicado: se trata de que no se le ha dado el espacio ni el contexto para adaptar ese mensaje a su voz.
¿La solución? Incluir al influencer en el proceso creativo del copy. Que proponga, que reescriba, que lo haga suyo. Porque si el contenido visual está adaptado, el texto también debería estarlo. Es cuestión de coherencia, y sobre todo, de respeto por la audiencia.

Errores frecuentes que las marcas siguen cometiendo
El marketing con influencers no es nuevo, pero a veces parece que sí… por lo mal que a veces se sigue ejecutando. Muchos errores son tan evidentes y repetidos que cuesta creer que sigamos cayendo en ellos. Spoiler: el problema casi nunca es del influencer.
Copys genéricos, impersonales y rígidos
La mayoría parecen redactados en modo automático: frases hechas, claims de catálogo y llamadas a la acción sin alma. Si el influencer tiene un tono irónico o emocional, y le colocas un copy plano tipo “¡No te lo pierdas! Descubre más en el link de la bio”, estás rompiendo la narrativa. No entender al público del influencer
Una marca que colabora con una influencer lifestyle millennial no puede pretender usar los mismos textos para un perfil de humor Gen Z. Cada comunidad tiene códigos, formas de expresarse y niveles distintos de tolerancia a lo publicitario.
Tratar al influencer como un canal, no como un colaborador
Si la marca entrega un briefing cerrado y exige que se repita palabra por palabra lo que ha escrito, está utilizando al creador como si fuera un soporte, no como una persona con criterio, creatividad y conexión real con su audiencia.
Falta de escucha
Muchas veces, el influencer tiene ideas más potentes para enfocar el contenido… pero no se le da margen para proponer. La campaña ya viene empaquetada desde la agencia o el departamento de marketing, sin espacio para cocreación.
Más que números: cómo elegir al influencer adecuado
Otro de los grandes errores: pensar que más seguidores significa más impacto. No es así.
Hoy, lo que convierte una colaboración en efectiva es la afinidad real. Afinidad con los valores, con el estilo de vida, con el producto. Si el influencer no usaría jamás esa crema, esa app o esa marca de comida en su vida cotidiana, se va a notar. Aunque haga bien el acting, su comunidad lo va a oler a kilómetros.
La clave está en dejar de fichar “influencers famosos” y empezar a colaborar con “creadores afines”.
Y para saber si lo son, hay que mirar más allá del número de likes o followers. Hay que analizar cómo hablan, qué mensajes comparten, qué productos consumen de verdad. Hay que hacerse esta pregunta: ¿esta persona recomendaría este producto aunque no le pagaran? Si la respuesta es “no”, ya tienes tu señal.
Consejo : busca microinfluencers que conozcan bien a su comunidad, con tasas de interacción altas y una relación orgánica con lo que comunican. Y deja que aporten su visión. Cuando hay alineación natural entre producto, persona y comunidad, se nota y funciona.